Durante siglos, Donostia-San Sebastián se reducía al conjunto de calles al pie del monte Urgull que hoy consideramos como la Parte Vieja. El incendio de 1813 y el derribo de las murallas cambiaron la fisonomía pero no el carácter vitalista de esta cuadrícula peatonal.
La Parte Vieja es el eje festivo y la zona en la que se encuentran los donostiarras, compartiendo quizás "txikitos" (vinos), "zuritos" (minis de cerveza) y 'pintxos' de bar en bar. La plaza de la Constitución, las iglesias de San Vicente y Santa María, así como el museo San Telmo, son puntos singulares de este entrañable espacio.